El relato de la Visitación (Lc 1, 39-45) ha sido tomado siempre como muestra del servicio de María.
María de la Visitación se muestra sensible a la situación de Isabel y se pone de prisa en camino afrontando el cansancio y el riesgo del largo viaje, se hace presente en la soledad y la incertidumbre de Isabel y llena su vida de cercanía alegre y de compañía protectora, María se siente llamada a cuidar una vida frágil que crece dentro de Isabel, lleva consigo la presencia y la novedad de Jesús que ha trasformado su vida; se muestra humilde, sencilla, discreta y orienta toda su palabra y su alabanza a Dios, suple la imposibilidad de Isabel en las tareas del hogar, trabajando y ocupándose de todo con alegría, se queda tres meses con Isabel, hasta el nacimiento de Juan; sólo se retira cuando la nueva familia se organiza y se adapta a lo nuevo.
Al igual que María de la Visitación, el servicio cristiano debe brindarse con rapidez, recorrer los caminos del encuentro y asumir los cansancios, los riesgos, ser sensible a las situaciones de soledad, de dolor y de crisis y ofrecer presencia, serenidad, consuelo y paz. El servicio cristiano es siempre servicio a la vida, especialmente de las vidas amenazadas, indefensas o débiles. El cristiano sabe que su mejor servicio es ofrecer a los demás la vida y la novedad de Jesús para que transforme nuestra vida y la vida del mundo, esto es fruto de la enseñanza del amor al prójimo, no se da importancia, no se presume, no busca el aplauso, intenta pasar desapercibido (1a Cor 13, 1-8), no rehúye ningún trabajo, encara con buen ánimo las tareas más simples, y rutinarias. El servicio cristiano es perseverante, mantiene su presencia y su ayuda mientras persiste la necesidad.
¿Quién sirve hoy? Hemos de reconocer que nos resulta difícil hablar de “servicio”. No es habitual escuchar a alguien reconocer que “le gusta servir...”, o que hizo algo “para servir a la comunidad”. El servicio apunta a tareas pequeñas, anónimas, laboriosas..., y esas tareas solemos dejárselas a otros. Preferimos ocupaciones interesantes, reconocidas, merecedoras del aplauso y la felicitación. Se debe tener cuidado, que el servicio no sea utilizado para llamar la atención, suplir la baja autoestima, y ser admirado por los demás.
Asumir el servicio como característica del amor cristiano, supone una serie de actitudes y exigencias muy concretas:
* servir en la vida y servir a la vida: debo ir por la vida con mentalidad de servidor, con actitud de disponibilidad, con la predisposición de ayudar cuando perciba una necesidad de cualquier tipo. Y con una sensibilidad muy grande a la vida.
* sencillez y alegría: no se entiende un servicio realizado con vanidad, ni prepotencia; no se entiende un servicio hecho con tristeza. El servicio es alegre; vive con gozo la ayuda brindada y recibe la satisfacción y el bienestar que provoca en los demás. Demuestra la verdad de las palabras de Jesús: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hech 20, 35).
* servir desde mis capacidades: Saber qué sé hacer, en qué puedo colaborar, qué habilidades tengo, es encontrar el modo de sentirme útil a los demás y de poner los talentos recibidos al servicio de la comunidad. “Den gratuitamente, puesto que recibieron gratuitamente” (Mt 10, 8).
* servir a los más necesitados: todos tenemos necesidades, pero no todas las necesidades son iguales. Jesús nos enseña a priorizar, a poner nuestros ojos y nuestro amor en los hermanos que sufren verdaderas necesidades. La necesidad de comida, techo o abrigo; la necesidad de trabajo o de atención médica; la necesidad de instrucción o de compañía; la necesidad de consuelo o de hospitalidad...
“No he venido a ser servido sino a servir...”. El cristiano se siente enfrentado inevitablemente con el tema del servicio. Las palabras, las actitudes y los gestos de servicio de Jesús son demasiado fuertes y evidentes como para desconocerlos o evadir lo que nos plantean.
Preguntas
¿Cuál es nuestra postura personal frente a las necesidades de los demás?; ¿me siento inferior cuando hago algún servicio?; ¿me siento superior cuando alguien me sirve a mí?; ¿mi trabajo al servicio de qué intereses está?
Esta semana en familia se propone analizar y reflexionar los siguientes textos Bíblicos:
Mt 20, 20-28
Mc 10, 35-45
Lc 22, 24-27
Is 42, 1-4.
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