El seguimiento de Jesús. Es una de las acciones más desafiantes del Evangelio. Su persona justifica
dejarlo todo para irse tras Él, para “estar
con Él” (Mc 3, 13-14). Siguiendo a Jesús se descubre que su
proyecto, es trabajar por el bien del hombre y la mujer. Luchar contra la
injusticia, la corrupción pública, la hipocresía institucionalizada que
defiende y utiliza a los grupos pandilleriles a su conveniencia, es liberar las
esclavitudes, otorgar la dignidad a los marginados, ponerse del lado de los
excluidos... Por eso Jesús plantea condiciones: “El que quiera venirse conmigo,
que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mc 8,34).
Libertad interior, superación de ataduras, disponibilidad absoluta, aceptación
del riesgo, amor sin límites... estas deberían ser siempre las características
de todo cristiano.
¿Imitación o seguimiento? hemos
empleado erróneamente el término “imitación” para indicar el objetivo de
nuestro acercamiento a Jesús. Hoy hablamos de “seguimiento”. En primer lugar,
en el Evangelio se habla de “seguimiento” y no de “imitación”; Jesús llama a
seguirle y no a imitarle. En segundo lugar, la imitación se da en el caso de un
modelo estático, el seguimiento es alguien que se mueve y avanza. Imitar es
copiar un modelo, mientras que seguir es asumir la vida y el proyecto de aquel
a quien se sigue.
María ha entendido desde
niña que seguir a Jesús no pasa tanto por ritos externos o cumplimiento
minucioso de normas, sino por la entrega del corazón y la fidelidad de la vida.
“Yo soy la servidora del Señor”. De pronto, inesperada y bruscamente, María se siente invadida por Dios.
Le cambian sus expectativas y planes para el futuro. Sólo siente que Dios la
llama y que va a ser la madre de alguien llamado “hijo del Altísimo”. Que Dios
cuenta con ella y que le pide fe, abandono y entrega. Y acepta. Y lo hace con
unas palabras que reflejan lo que vivía en su corazón, cómo se sentía frente a
su Dios: “Yo soy la servidora del
Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”.
María sigue a Jesús. La comprensión de la vida y de la
experiencia de María es más profunda cuando la hacemos en clave de seguimiento.
Porque María fue captando y aceptando la propuesta de Jesús a compartir su
proyecto.
Juan Pablo II destaca esta dimensión de María como discípula del Señor, como la primera que sigue a Jesús:
María sigue a Jesús
cuando renuncia a sus planes y le abre su corazón y su vida (Lc 1, 29.38).
María sigue a Jesús cuando escucha, interpreta y discierne la voluntad de Dios
sobre ella (Lc 1, 34).
María sigue a
Jesús cuando guarda y medita en su corazón el misterio de Jesús (Lc 2, 19.51).
María sigue a Jesús
cuando brinda a Isabel compañía, alegría y servicio (Lc 1, 39-45.56).
María
sigue a Jesús cuando alaba a Dios que elige a los humildes y a los pobres (Lc
1, 46-55).
María sigue a Jesús
cuando acepta la libertad y la independencia creciente de su hijo (Lc 2,
48-50).
María sigue a Jesús cuando lo acompaña en su predicación y en su misión
(Lc 8, 19-21).
María sigue a
Jesús cuando, fuerte y fiel, está presente al pie de la cruz (Jn 19, 25-27).
María sigue a Jesús
cuando alienta la esperanza de los apóstoles en el Espíritu Santo (Act 1,
12-14).
Juan Pablo II destaca esta dimensión de María como discípula del Señor, como la primera que sigue a Jesús:
“A medida que se esclarecía ante sus ojos y ante su espíritu la misión
del Hijo, ella misma como Madre se abría cada vez más a aquella ‘novedad’ de la
maternidad, que debía constituir su ‘papel’ junto al Hijo. ¿No había dicho
desde el comienzo: “He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu
palabra”?. Por medio de la fe María seguía oyendo y meditando aquella palabra,
en la que se hacía cada vez más transparente, de un modo ‘que excede todo
conocimiento’ (Ef 3, 19), la autorrevelación del Dios viviente. María madre se
convertía así, en cierto sentido, en la
primera ‘discípula’ de su Hijo, la primera a la cual parecía decir:
“Sígueme”, antes aún de dirigir esa llamada a los apóstoles o a cualquier otra persona”.
Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris
Mater, 20
Pregunta
¿En qué puede cambiar tu
vida cristiana concreta si aceptas la propuesta de “seguir a Jesús”? ¿Qué cosas
debes dejar y qué cosas debes asumir?
Tomado del Libro Siguiendo a Jesús, hijo de María. Un camino para vivir la espiritualidad marianista. Autor: Manuel Madueño sm
No hay comentarios:
Publicar un comentario